El taekwondo en Manabí está muy equilibrado

El taekwondo en Manabí está muy equilibrado


Para Héctor Párraga, director de la Academia Pionero y referente del taekwondo en Manabí, estos más de cinco décadas significan mucho más que tiempo. Representan la perseverancia, el sacrificio y la formación de generaciones con valores sólidos, que han llevado a Manabí a destacarse en el deporte nacional e internacional.

La historia de la Academia Pionero es la historia de Manabí misma: contracorriente, con limitados recursos pero grandes sueños. Héctor Párraga recuerda sus primeros días en las calles, el apoyo de mentores pioneros y el esfuerzo colectivo para fundar una escuela sólida en 1974. La academia fue cuna de campeones mundiales y panamericanos, y sigue siendo el referente del taekwondo en la provincia.

Para el entrenador, el secreto de la permanencia está en la familia que se ha formado alrededor del deporte, en la disciplina estricta y en la capacidad de adaptar la tradición con la modernidad. Sus alumnos, desde niños hasta veteranos, mantienen viva la llama del taekwondo, representando con honor a Manabí en cada competencia. Párraga mira al futuro con esperanza, seguro de que este deporte seguirá siendo motivo de orgullo y unión para toda la provincia.

¿Cuáles fueron sus primeros pasos en el deporte?

 Comencé a los 13 o 14 años, influenciado por la lucha que se veía en las calles. También practiqué boxeo y luego me metí de lleno al taekwondo. 

¿Cómo surgió la idea de fundar la Academia Pionero?

Después de entrenar con Iván Cedeño, Victoriano Moreira, Ignacio Vera, Francisco Quiroz, Antonio Pinargote, Héctor Briones, Yandry Arteaga, José Cedeño Barre, surgió la idea de abrir una escuela, que primero se llamó Yin Yang, y después con Victoriano Moreira comenzamos a poner piezas y nos fuimos a la escuela Pionero de Quito, y ahí fue la fuerza de Pionero en Portoviejo. En 1974 rompimos nosotros, y ahí fuimos creciendo, tuvimos deportistas talentosos.

¿Cómo se siente que la Academia Pionero ya tiene 51 años?

 Parece que el tiempo no pasara, yo me siento bastante joven, lúcido. Y tengo una amplia experiencia. Sin embargo, ahora que veo ya la situación, es diferente. Son 51 años. Ya tengo 70 años y digo que recorrer la vida no fue fácil.

¿Por qué lo dice?

Fue durísimo competir contra Pichincha y Guayas, el poder económico y político. Entonces, fui poco a poco emulando mi común autodidacta. Aparte de lo que sabía planificar, comencé a ensayar la velocidad, pero no con pesas, sino en loma y en trabajo en la playa. Y eso me fue dando consistencia, porque nosotros pegamos fuerte en medio y sonaba el cruceo del golpe. Entonces comencé a practicar la cara, comencé a hacer más actividad de movilidad, expansión muscular, para patear las cabezas y comenzamos a ganar muchas medallas.

¿Cómo moldea el entrenamiento y la mentalidad de los nuevos taekwondistas?  

A los niños se les da mucha charla, hablamos de religión, analizamos la problemática social que vive el país. Con los niños pequeños empezamos con los balones inflables, y lo hacemos jugar con puños y patadas, entre grupos, porque con ellos es recreativo y los más avanzados se les enseña patadas preliminares y lo enviamos a las competencias. 

¿Qué diferencia nota entre las generaciones pasadas y las actuales, el taekwondo y cómo se adapta su experiencia para motivar? 

Entre ayer y hoy nada se ha modificado. El Taekwondo es universal, sólo que se cambia cierto estereotipo de técnicas, y uno observa al competidor contrario si tiene velocidad, ataca con la pierna izquierda, ataca con la pierna derecha, si es más alto o es más pequeño. Entonces son cosas que tiene que darse cuenta rápido el técnico para modificar.

¿Cómo ve el taekwondo de Manabí en la época actual?

El taekwondo en Manabí se sostiene, está muy equilibrado, estamos ahí entre primero, segundo lugar y tercer lugar. Considero que falta un poquito más de fuerza en los chicos, mayor espíritu de competitividad y va a mejorar muchísimo, porque Manabí tiene un rico nivel como lo tiene todo el país. 

¿Cuál considera usted que es el secreto principal para que la Academia Pionero haya permanecido vigente y relevante durante 51 años? 

Tuve excelentes deportistas y buenos hombres. Los del año 70, se mantienen entrenando todavía con Victoriano Moreira. Los alumnos antiguos se mantienen vigentes y hemos hecho una familia y eso yo lo valoro como entrenador de ellos. Además, nos reunimos y me siento muy bien estimulado, porque el tiempo nos permite vernos y hacer ver el ayer con el hoy, es una cosa maravillosa que Dios nos da. 

¿Cómo ha equilibrado la tradición del taekwondo con las innovaciones modernas para mantener a la academia? 

Le hablo con honestidad, yo tengo un niño de 6 años, empezó a los 4 años y medio, tiene 12 títulos seguidos a nivel nacional ya nivel provincial, es un niño que tiene una capacidad innata, así como nació José Cedeño Barre y todos los deportistas talentosos, como Freddy Mora, que llegó a ser también entrenador de la selección de Manabí y Ecuador. Nosotros corregimos mucho al deportista, lo formamos con disciplina, nosotros no tenemos compromisos si es un niño rico o pobre, todos son iguales para el profesor, y al que tiene más talento a ese le damos mayor amplitud, le damos la teoría, psicología, y aplicamos el carácter que él tiene, para que profundamente cuando le toque competir, defienda la provincia y si es por el país, que lo defiende con honor.

¿Cuáles son sus aspiraciones personales para la Academia Peñero en los próximos años? 

La escuela nunca ha parado, siempre ha estado permanente entrenando, le digo que hay que tener mucha paciencia y aciertos. La perseverancia y el respaldo de la familia han permitido lograr este éxito. En esto hay que tener mucha precisión y concentración, además de eso, alimentar mucho al alumno en el sentido de la seguridad, y la certeza que tiene que tener cuando va a competir. 

¿Sueña con expandir la academia más allá de Manabí? 

Yo lo hice cuando fui entrenador de Manabí, viajaba a los cantones Manta, Jipijapa, Santa Ana, Flavio Alfaro y otros cantones, donde he puesto toda mi experiencia, mi conocimiento al filo de todos los entrenadores en la provincia, entonces eso me deja contento. Y ahora por la edad (70 años) me he quedado en Portoviejo para darle mayor tiempo a mi familia, mi esposa, mis hijos y nietos. 

¿Qué es el grado Dan y cuál tiene usted?

Dan es el grado de experiencia o nivel en artes marciales que indica el avance de un practicante por encima del cinturón negro. Yo tengo el quinto Dan, por los logros que di al país y a mi provincia, me hicieron un último homenaje en Guayaquil, cuando fui miembro de la Comisión Técnica Nacional.

¿Y cómo se van dando los grados?

Se empieza con cinturón blanco, después de cuatro meses el amarillo. Después de cada año sigue el verde, azul, rojo, y luego pasa rojo-negro. Después de esto viene el primer Dan, donde el deportista tiene que saber neuroanatomía, anatomía, los nombres de los dirigentes de la DIWUR y de la APATUR, le hacen prueba física, técnica, y psicológica, y si el deportista cumple con los puntajes te dan el Cinturón Negro Primer Dan. Y para seguir escalando de cinturón debe tener más conocimientos, experiencia y logros deportivos. En Manabí uno de mis alumnos Victoriano Moreira tiene el octavo Dan a nivel internacional con la Kuki Wong.

¿Qué errores nota en el taekwondo actual? 

Hay una inconsistencia en el arbitraje, porque hay ciertos árbitros que son de una escuela, y cometen ese gran error. Además hay entrenadores que el deportista está es cinturón azul, y no lo pasa rojo por temor a que ese niño pierda, y es una medalla para la escuela, pero le está haciendo un daño al deportista, porque si está en avance y conocimiento ese deportista no elevará su nivel.

¿Cómo ve la competencia entre las escuelas de Manabí? 

Yo casi no estoy asistiendo a los torneos, yo envío a mis deportistas con el profesor Humberto Loor, que ya tiene 22 años trabajando conmigo, y Carla con Pablo Vélez, que son campeones de poomsae, yo manejo lo macro, los números yo lo transformo en técnica, lo divido para la preparación física, técnica y táctica. Todos los profesores de Manabí están haciendo cursos y seminarios, y eso es positivo para que los deportistas puedan elevar su nivel técnico y táctico. 

A usted se lo ha conocido como un entrenador rígido ¿Qué opina de la mentalidad del deportistas actual?

Mucho se debe a la crianza. Antes había la oportunidad de estudiar, los papás tenían más presión en los hijos, ahora en la cuestión educativa a los chicos no se les puede ni hablar muy duro porque se ponen bravos. En mi escuela los padres me apoyan, que asienten antes, sin embargo, lo que hago yo es subir la voz para que el deportista esté atento a lo que uno enseña. En la actualidad hay jóvenes que están dando clases y les está yendo bien, pero hay inconsistencia. La psicología y la teoría del entrenamiento deportivo se están quedando, hay que aprender más el conocimiento científico del deporte.

Ser seleccionado de Manabí ha dado un giro en lo emocional y en orgullo ¿A qué cree que se debe ese cambio?

Creo que falta un poquito más de corazón en el deportista y mayor fuerza de los entrenadores. Cuando yo veía a un deportista cobarde, le ponía tres y si a los tres le hacía falta, ponía cinco y el que no pegaba, yo le pegaba. Entonces, hay ciertos estímulos que pueden ser severos, pero pueden ser importantes y se ve la verdadera hombría del manabita y ecuatoriano. 

¿Qué mensaje le da a los entrenadores? 

Los entrenadores saben que ellos tienen responsabilidad, que los márgenes de error deben corregirse, pero deben corregirse ya, porque si ese margen no se corrige el deportista sigue ese mismo camino y no va a avanzar, va a hacer lo mismo, maleta viajera. 

¿Qué les dice a los deportistas?

A los deportistas que tienen que depositar todo ese esfuerzo que hacen en la semana, en el mes, o en el año, porque esto es una secuencia y cada año se aprende más y hay que demostrarlo en cada combate. El manabita tiene buen biotipo, pero lo que falta es más corazón, o sea, sentir más a la provincia, que uno pelea por la provincia, pelea por su familia, y por su escuela.

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